7 porque los querubines extendían las alas por encima del sitio del
arca, cubriendo los querubines el arca y su varales por encima.
8 Los varales eran tan largos que se veían sus puntas desde el Santo,
desde la parte anterior del Debir, pero no se veían desde fuera.
Están allí
hasta el día de hoy.
9 En el arca no había nada más que las dos tablas de piedra que
Moisés hizo poner en ella, en el Horeb, las tablas de la alianza que pactó
Yahveh con los israelitas cuando salieron de la tierra de Egipto.
10 Al salir los sacerdotes del Santo, la nube llenó la Casa de Yahveh.
11 Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la
nube, porque la gloria de Yahveh llenaba la Casa de Yahveh.
12 Entonces Salomón dijo: «Yahveh quiere habitar en densa nube.
13 He querido erigirte una morada un lugar donde habites para
siempre.»
14 Se volvió el rey y bendijo a toda la asamblea de Israel mientras que
toda la asamblea de Israel estaba en pie.
15 El dijo: «Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, que habló por su
boca a mi padre David y ha cumplido por su mano lo que dijo:
16 “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel no he
elegido ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para edificar
una
Casa en la que esté mi Nombre, pero he elegido a David para que esté al
frente de mi pueblo Israel.”
17 Mi padre David pensó en su corazón edificar una Casa al Nombre
de Yahveh, Dios de Israel,
18 pero Yahveh dijo a David mi padre: “Cuanto a haber pensado en tu
corazón edificar una Casa a mi Nombre, bien has hecho en tener tal
voluntad,
19 pero no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo, salido de tus
entrañas, ése será quien edifique la Casa a mi Nombre.”
20 Yahveh ha cumplido la promesa que dijo; he sucedido a mi padre
David, me he sentado sobre el trono de Israel, como Yahveh había dicho, y
he construido la Casa al Nombre de Yahveh, Dios de Israel,
21 y he señalado en ella un lugar al arca en que está la alianza
que
Yahveh pactó con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.»